El 2010 fue un año muy fructífero en cuanto a música electrónica, el verano estuvo marcado por el chillwave que dominó en los clubes alrededor del mundo y el house, nu disco y techno completaban la escena. El 2011 estuvo plagado de shoegaze y dream pop. Y también de muchos (muchísimos) grupos de folk con banjos. Es inevitable que el término electrónico acompañe casi a cualquier género y es la misma tecnología, a la que los artistas se acercan cada vez más, la que va marcando las nuevas tendencias y gestando nuevos géneros.
El diario The Guardian nombró al 2011 como el año de la música aburrida, y casi lo entiendo al hacer esta revisión entre el 2010 y el 2011. A pesar de esta visión general, en México, el 2011 fue el año donde más bandas se presentaron en vivo, pagando precios altos, muy altos a veces para las condiciones en las que se presentan, un claro ejemplo es el José Cuervo Salón con un sonido deplorable y un servicio aún peor. Andrew Dubber, escribe en su blog un artículo haciendo referencia a la declaración del Guardian y dice que "Sí es aburrido, no escriban acerca de ello", ya que escribir acerca de lo aburrido, contribuye a lo aburrido. ¿Qué pasó en nuestro país el año pasado, donde los medios nos animaban a asistir a todos estos conciertos, diciéndonos que la banda que se presentaba era LA banda y que era la primera vez que venían a México y quizá la última, y que lo más importante era estar ahí, hasta adelante, que nos apuráramos porque se acababan los boletos... Ganaron. Les compramos todos los boletos a pesar de que la mayoría de los espectáculos o las bandas eran aburridas. Lo peor es que nos hacían creer que los que ganábamos eramos nosotros: ¿Qué ganábamos al ver a un decadente Morrissey? El pobre ya no sabe que hacer ni a donde voltear para que lo pelen y pueda grabar un disco. Y entonces, salen los que se la compraron a los medios "Ash, ya a todos los nacos les gusta Radiohead" "Ya van a ir a ver a Morrissey y ni saben como se escribe" "Yo conozco a los STP desde que era un bebé y nadie más merece ir a verlo". Entonces ir a los conciertos se convirtió en un extraño símbolo de estátus, donde lo menos importante era la música que tocaban o el show con el que se presentaban. A todos esos haters, déjenme decirles algo: A los artistas ni a los promotores les importa si nos debían un concierto de Dj Shadow y por eso lo trajeron. Se agarran de nuestros rencores de adolescentes de que cierta banda nunca vino y 15 años después podemos pagar ya altos precios por nuestros boletos. Les vale si sabes escribir los nombres y apellidos de los integrantes de cualquier banda, y si a ti es al único en todo el DF que realmente le gusta; lo único que les importa es cuanto vas a pagar por tu boleto y cuánto van a gastar ellos en social media para decirte cada-dos-minutos que vayas a ver a Metric. Les da igual si es tu banda favorita de la secundaria o la "revelación del año". Ellos van a traer a todos, nos van a decir que vayamos y nosotros vamos a pagar. No es casualidad que todos los grupos estén viniendo a México, es que en México si les pagamos. Y bien. ¿O crees que Portishead va a volver a venir por que acá sintió esa conexión que no ha sentido en ningún otro país?
Mientras tanto nosotros estamos esperando los carteles de las bandas que llegarán a tierras mexicanas en 2012: no se preocupen, van a venir todas las que podamos pagar, mientras no seamos capaces de exigir espectáculos de calidad en recintos de calidad, mientras baste que nos llenen de cartelitos y de exigencias para pagar boletos carísimos, seguiremos contribuyendo a lo aburrido y nos iremos llenando de bandas que no vale la pena escuchar, ni mucho menos ver en vivo, y los proyectos rescatables se van a confundir y se van a perder entre la multitud.
¿Qué nos depara entonces el 2012 en cuanto a música? Más allá de los géneros me gustaría que el 2012 fuera el año donde valoremos a las bandas por la música que tocan, por los shows que dan en vivo. Que la escena sea dominada por quienes hacen la música y no por los que la venden. Que exijamos calidad en vez de que nos exijan comprar boletos. Que sea el año donde la crítica musical sea parte de todos los que la disfrutamos y que en todos los sentidos, dejemos de contribuir a que la escena musical siga siendo aburrida.